martes, 22 de noviembre de 2011

Esa mentira llamada “ni-ni”

Con esta nota cumplo un año poniendo en tres mil caracteres mis reflexiones sobre el Ejercicio Ciudadano. Si les llevó a alguna acción, satisfecha. A mí me ha servido de espejo.

Gracias a infociudadano.com, el primer sitio en albergarme. Aquí disfruto las ilustraciones de Milagros González (@milagrosblue) y el aprecio que me ha brindado junto a Fernando Núñez-Noda (@nuneznoda).

Lo debo a Alfredo Yánez Mondragón (@incisos), otro convencido de que la única garantía de cambio real comienza con nosotros mismos. Un día, en discusión ciudadana, me dijo yo era ni-ni. Le inventarié mi pertinaz asistencia a votar contraria a las propuestas oficiales, mi presencia en las listas Tascón y Maisanta, mis intentos de trabajar para el Estado -que no gobierno-, mi despido en quince días de Telesur, mis cursos de Producción de Radio para el MinCI, mi premio en un concurso de ese organismo seguido de la negativa de financiamiento de ese mismo proyecto por parte de Conatel, mi aparición en VTV llamando a mi gremio a participar para que los espacios no fueran perdidos por forfait como se perdió la Asamblea Nacional en 2005. No, yo no era ni-ni. Y sí, tenía que escribir.

Para empezar, el término no es venezolano, se ha usado en España y México aludiendo a excluidos del sistema educativo y laboral que ni estudian, ni trabajan. Pero la etiqueta acomodó a nuestros “encuestólogos” que consiguieron nuevos contratos para explicarla.

No sé quiénes están en esa bolsa llamada ni-ni, pero con seguridad incluye a los que no se atreven a confesarse abstencionistas (bien por reacción, o porque son anarquistas, o a lo mejor revoltosos que apuestan al caos social como una proyección del caos de sus propias vidas o mentes), a los decepcionados de todas las decepciones anteriores y de la actual, a los asqueados de todos los nombres y apellidos que se baten actualmente en la arena política, a los que juran que así se vengan de los políticos y les llaman a enmendarse y a esforzarse más en obtener votos, a los confundidos que creen que eso significa alejarse de ideologías extremas, a los independientes por convicción, a los indecisos… y -¡tomen nota por favor!- a los que responden que son ni-ni porque tienen miedo de que el encuestador sea un espía del bando que les quitaría el sustento.

Sí, este invento para categorizar aquello que no han sabido estudiar, es muy útil para quienes no quieren tener problemas ni con el oficialismo ni con la oposición.

Creo que es hora de rebelarnos ante semejante engendro con ínfulas académicas: no existen los ni-ni. Después de tantos años de politización a la fuerza, todo el mundo tiene alguna posición. Que las ofertas no nos gusten o que no queramos revelar nuestra intención de voto, es otro cantar. Pero aquí, ya no hay apáticos.

Así que no me vuelvan a decir que existe un solo ni-ni.

Porque yo ni les creo a los que usan el término en vez de estudiar el hecho social, ni les creo a los que se lo ponen y salen a la calle con él para que nadie les estorbe.


Carolina Gómez-Ávila
(@cgomezavila en Twitter)
CARACAS (infoCIUDADANO)
20/Noviembre/2011

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