lunes, 19 de noviembre de 2012

2013: EL AÑO ROJO


Francisco  Faraco










   Foto: Google
Faltan pocos días para que la “Propuesta del Candidato de la Patria Comandante Hugo Chávez para la Gestión Bolivariana Socialista 2013-2019”, se transforme en la guía política y operativa del gobierno, con la promulgación del “Segundo Plan Socialista 2013-2019”, cuya elaboración ha coordinado el ministro Giordani. El material es abundante y como es usual en el estilo del Presidente Chávez no hay nada oculto, todo está allí, basta leerlo y comprenderlo para hacerse una idea aproximada de lo que se nos viene.

Por razones de extensión y profesionales me centraré en el punto II de la Propuesta Programática, (CONTINUAR CONSTRUYENDO EL SOCIALISMO BOLIVARIANO DEL SIGLO XXI EN VENEZUELA, COMO ALTERNATIVA AL MODELO SALVAJE DEL CAPITALISMO Y CON ELLO ASEGURAR LA “MAYOR SUMA DE SEGURIDAD SOCIAL, MAYOR SUMA DE ESTABILIDAD POLITICA Y LA MAYOR SUMA DE FELICIDAD”PARA NUESTRO PUEBLO), en el cual se establece como Objetivo Nacional : “2.1 Propulsar la transformación del sistema económico, para la transición del socialismo bolivariano, trascendiendo el modelo rentista petrolero capitalista hacia el modelo productivo socialista , basado en el desarrollo de las fuerzas productivas”.

En la página siguiente (pág. 21) del documento se presenta en un gráfico el proceso enunciado en el punto (2.1) antes citado, el cual tiene como centro el cambio del sistema económico en transición hacia el socialismo, articulado en el desarrollo de las fuerzas productivas, nuevas formas de organización de la producción y nuevas formas de la propiedad incluyentes y democráticas, para desembocar en el fortalecimiento y expansión del aparato productivo. Se trata, en esencia, de continuar construyendo un sistema económico (asignación de recursos, producción, distribución y consumo de bienes y servicios) socialista, es decir, comunista, en el cual los mercados no juegan ningún papel, al contrario, se les extingue; el consumidor no tiene capacidad para escoger libremente; desaparece la capacidad de negociación entre asalariado y patrono; deja de existir la propiedad privada de las empresas, los comercios, las explotaciones agropecuarias y la tierra urbana; todo ello asumido en el papel por el Estado y en la práctica por la burocracia gubernamental, llámese Nueva Clase, Nomenklatura, Vanguardia Revolucionaria, Príncipes Rojos o “rojos rojitos” .

Para los planificadores marxistas, la asignación de recursos (mano de obra, créditos, maquinarias, divisas, tierras) no se resuelve con señales de precios, rentabilidades relativas, ni con exámenes de costos de oportunidad, comparativos, ventajas competitivas, nada de eso, es la mente iluminada del líder la que decide qué hacer, donde hacerlo, cuando hacerlo y cómo hacerlo. Los ejemplos en la historia de los gobiernos socialistas sobran: Canal del Báltico, Gran Salto Adelante, los vacunos Siboney, los distritos motores, la cocaína “buena” etc.; en consecuencia, en el sistema socialista los problemas de desequilibrio no se reconocen y se resuelven ajustando burocrática y mandatoriamente los flujos reales, no los precios de los bienes o los recursos. Me explico. Muchos colegas economistas consideran que la corrección del déficit morocho: fiscal y cambiario, amerita una devaluación, es decir, un incremento en bolívares del precio del dólar, lo cual ayudaría a fortalecer la caja en moneda nacional de PDVSA y del Fisco, a restablecer la competitividad interna y externa de la producción nacional y a reducir el gasto en importaciones. Eso es así cuando estamos en una economía de mercado, pero en un sistema manejado con criterios socialistas sus conductores podrían optar por razones ideológicas y, en nuestro caso , también de confrontación clasista y política, en limitar las entregas de dólares de Cadivi y Sitme, excluyendo algunas de las que se utilizan para satisfacer, mayoritariamente, la demanda de bienes y servicios de los estratos de ingresos altos y medios, y abasteciendo la originada en los grupos de menores ingresos con importaciones hechas por el gobierno y distribuidas por la redes Mercal y Pdval.

El déficit fiscal no es ningún problema para este gobierno. Si alguien lo creía, la gestión financiera publica del 2012 debió convencerlo. En economías policialmente cerradas, judicializadas, manipuladas y desinformadas, como es hoy la nuestra, la insuficiencia fiscal se cubre con endeudamiento interno y financiamiento monetario, los cuales forman una bola de nieve invisible para el común.

En efecto, el BCV crea dinero sin respaldo ( es decir sin restricciones, por la libre) prestándole a PDVSA y a otras empresas del Estado, las cuales lo gastan y los receptores de dicho gasto lo depositan en los bancos, los cuales, a su vez, lo utilizan, en parte, para comprar títulos de deuda pública; los organismos públicos cuyos presupuestos de gastos se alimentan con los fondos captados con el endeudamiento también depositan los fondos en la banca, la cual así tiene más recursos con los que comprar más títulos de deuda pública; con cargo a dichos depósitos, emiten cheques para pagar a empleados, proveedores y contratistas, quienes depositan dichos cheques en la banca, la cual se hace de más fondos para comprar más títulos de deuda pública, y así hasta que la sustracción de los encajes algún día agote la capacidad del sistema bancario para continuar creando dinero fiduciario.
Es cierto que el desbordamiento monetario desemboca en inflación, pero con rezago y sin registro estadístico oficial, lo cual dificulta y hasta podría “penalizar”la discusión documentada del tema. En todo caso, el Estado tiene los medios financieros y logísticos para amortiguar el impacto inflacionario en los sectores de la población que le interesan, así lo ha hecho y lo continuará haciendo. Los demás, que comamos sardinas o hagamos cola en Mercal, así se lograra la igualdad que procura el socialismo.

El ministro Giordani ya anunció una suerte de reforma tributaria, orientada a captar más ingresos por impuestos del sector no petrolero. Vendrían incrementos del IVA en productos y servicios demandados preferentemente por los segmentos altos y medios de la población, también en bienes de consumo masivo, excluyendo del gravamen los adquiridos en las redes Mercal y Pdval.

Es probable que se restablezca el impuesto al débito bancario, focalizado ahora en cuentas con saldos promedios “altos”. Revisarían el problema de la asimetría fiscal que se produce con la política de exoneraciones (ingresos exonerados, pero gastos para generarlos deducibles), la cual merma la capacidad de captación del Fisco; y quien sabe que otros gravámenes emergerán de los poderes creadores del pueblo.

El reemplazo del “capitalismo salvaje” por el “socialismo humanista y liberador” fué, hasta ahora, un hecho de fuerza. No así en Venezuela, somos el primer caso en la historia de las distopias marxistas, que el proceso lo lideriza un Estado enormemente rico, dueño del principal y casi único recurso exportable del país (no por luchas con los imperios, sino gracias a una disposición del derecho colonial español); de hacerse un balance del reparto patrimonial en Venezuela entre el Estado y los privados, estoy seguro que la proporción de éstos últimos no superaría un dígito.

De hecho, con escasas y honrosas excepciones, en el origen de la acumulación de patrimonio de muchos “ricos” vernáculos, está la simiente del gobierno: un negocio, un privilegio, un contrato, una licencia.

La fortaleza económica de su empresa: PDVSA y la debilidad de unas empresas privadas subsidiarias del gobierno, le ha permitido a Chávez apretar en su puño a todo el sector capitalista privado venezolano. Sólo variará el método de exterminio; la expropiación, incautación o asfixia, se continuaran aplicando, ahora se agregará uno nuevo: la “comunización” de las direcciones empresariales.

A partir de muy pronto en cada junta directiva, se sentarán representantes de los consejos comunales, quienes actuarán como comisarios políticos, de esa manera la empresa no se expropiará ni se incautará, simplemente se le hará un trasplante de cabeza

A Chávez le queda el gran escollo que ha hecho naufragar muchos procesos populistas: las expectativas crecientes de sus seguidores. Después de la comida, del vestido, de la cirugía plástica, del televisor, de la misión, de la moto, la gente quiere vivienda buena, con baños, paredes y cocinas. Si se las dan, los tendrán contentos y de su lado por un tiempo más, de lo contrario las frustraciones y la rabia acentuarán la ya elevada conflictividad. La satisfacción de esas expectativas no se logrará con la Gran Misión Vivienda Venezuela, vendrá por fuerza una Ley de Reforma Urbana, me imagino que se estatizará toda la tierra urbana, los actuales propietarios de inmuebles nos convertiríamos en dueños de bienhechurías, el precio de venta de las mismas lo fijaría el gobierno y renacería, en el siglo XXI y con el barril a cien dólares, la vieja y pobretona figura de las casas de vecindad. La laureada ruina del edificio Confinanzas es el primogénito inmobiliario de lo que nos espera.

En mi opinión, estas son las coordenadas del rumbo del 2013. Chávez ha demostrado que acelera, reduce la velocidad, ancla, arranca, pero jamás ha cambiado el rumbo. Menos lo hará ahora cuando está a punto de culminar su obra de liquidar el viejo orden en el cual la gente, como yo, pudo educarse, superarse, levantar familia, hacer patrimonio y disfrutar la vida, para construir otro en el cual, simplemente, ni nosotros ni los nuestros tienen cabida.

Tomado de Analitica.com / 19 de noviembre de 2012

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