jueves, 20 de octubre de 2011

Si tiene que quemar Roma, lo hara - Elides Rojas

Nada raro lo que está ocurriendo. Son 13 años que tiene el país, o gran parte del país, bregando con este combo de golpistas. Una billetera gorda, una bien armada red de chulos internacionales que le lavan la cara y se arrodillen cada vez que es necesario, unos poderes públicos internos bien controlados y una red de malandros a todos los niveles que, bien aceitados, permitan esa extraña liga de decencia y mafia que acompaña a muchos de los gobiernos demócratas-tiranuelos de estos tiempos.


Sí, decíamos que nada raro por la sencilla razón de que todo estro está anunciado, denunciado, discutido, peleado y finalmente aprobado en la Asamblea, o donde sea, o decretado en la ley habilitante que corresponda. Son las leyes del régimen. Es la conducta del régimen. Es el objetivo final del régimen que comienza a terminar de delinear su perfil. Pronto lo tendrá nada que esconder. Pronto será la dictadura que siempre fue. De frente. Sin más tapujos. A lo Castro, pero con el emblema del Siglo XXI como velo de inocencia.

Desde hace más de 13 años, pues esta historia no comenzó en 1998, después del engaño comunista a los electores. Comenzó antes. Comenzó con los cubanos adoctrinando en las Fuerzas Armadas y poniendo a los militares a conspirar. Objetivo de Castro: apoderarse de la renta petrolera y del país en su totalidad. Cómo hacerlo: por las armas, desestabilizando, golpes de Estado o, como finalmente sucedió, la vía electoral. Cómo gobernar: con títeres amaestrados. Bajo qué sistema: el mismo de Cuba, dictadura comunista o con las adecuaciones necesarias según tiempo y oportunidad.

Y en eso estamos. Chávez avanza en su proyecto, la gente protesta, Chávez retrocede, Chávez vuelve con la acción rechazada y la impone. Todo el esquema que ha montado bajo el mandato de Fidel Castro ha tenido sus momentos críticos dentro de los venezolanos. Ya casi nadie se acuerda cuando intentó desmontar el Congreso y, entre acusaciones de golpista y tirano, se fue por la vía legal y consiguió quien le diera la razón. La democracia y sus leyes le sirvieron, y le sirven para tumbar al propio sistema. Claro que también la infinita complacencia 0 ¿inocencia? de funcionarios y dirigentes de antes y ahora.

El jefe del régimen, entre cáncer y rumores, tiene todo para seguir montado en el poder, menos la eficiencia de su gestión y la enorme incapacidad de sus socios que a diario lo empujan al barranco que cada día él mismo hace más profundo, sigue adelante en su papel de representante de Castro por estos lados. Y, a pesar de la debacle que les espera en las urnas electoral, todavía tiene las otras salidas para mantenerse en el poder que el mismo castro le dio como plana.

Pero, en esencia y de lo que se trata ahora, es de advertir y hacer más evidente lo que se ve, pero que como que no se siente. Mientras más débiles estén estos militares, más dura será la lanza que empujan. Leyes como la de costos y arrendamiento o las ilegales y abusivas sanciones contra medios, como la impuesta contra Globovisión no son por casualidad. Por eso pensar en un Leopoldo López rehabilitado es parte de la inocencia democrática. Como aquella del poder originario del pueblo. Ni Chávez ni los chavistas, ahorita, jamás reconocerían esa misma sentencia que le dio base para la Constituyente en manos de otros que no sean sus cubanos. Es parte del proyecto y, salvo que tenga que apartarse como la ha hecho otras veces, será por un momentico.

Están cayendo en barrena, pero con la muy clara intención de quemar Roma si fuera necesario.

Sobre la marcha - EL UNIVERSAL
20.10.2011
Twitter: @ejrl

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