El
pasado viernes, a esta hora, estábamos todos impactados con los videos que nos
mostraban la llegada del Presidente Chávez a Maiquetía, en la madrugada de ese
mismo día. El Presidente había aparecido de sorpresa.
Comentamos
en ese momento que el Presidente nada dijo de su salud, el Presidente nada dijo
del Mercosur – que era la noticia fundamental del día – y nada dijo, en
realidad, del cuadro político del país. Básicamente soltó una que otra
humorada, se definió como “la llamarada de Fidel”, etcétera, etcétera.
Pero
vino el día sábado –habían transcurrido apenas unas cuantas horas – y la
sorpresa fue mayúscula. La noche del día sábado resulta que el Presidente da
una cadena, se rodea no de su gabinete sino de un grupo de sus ministros, muy
bien seleccionados. A su derecha Diosdado Cabello, a su izquierda Nicolás
Maduro. Y allí el Presidente sorprende a todos. Dice: “Tengo que viajar de nuevo,
me aparecieron de nuevo células cancerígenas en el cuerpo y debo someterme a
una nueva operación.” No lo dijo, pero todo indicaba que el
pronóstico era de cuidado.
¿Para
qué vino entonces en medio de una circunstancia de salud tan terrible?
A ver…
Dice el Presidente que vino para pedirle permiso a la Asamblea Nacional. En un régimen
que poco se ha detenido a cuidar las formas de la Ley, de la Constitución, este
argumento no pareciera tener mucho peso. De hecho, en el debate de ayer en la
Asamblea Nacional –entre gritos e histerias – más de una de las diputadas
oficialistas dijo que no se iban a detener en “leguleyerismos, leguleyerías”…
Jugaron con todas las palabrejas parecidas.
¿A qué
vino el Presidente?
El Presidente
vino, fundamentalmente, a exigir unidad. En varias oportunidades repitió la
palabra “unidad, unidad, unidad, unidad…” Y vino para decir, sencillamente, que
Nicolás Maduro era el encargado de manejar la presidencia hasta el 10 de enero.
Y si, por alguna consideración, él no estaba el 10 de enero, pedía a sus
seguidores – es decir, al chavismo – que le eligieran Presidente.
Esto
deja de por medio una gran cantidad de consideraciones, de dudas. Ya en su
momento serán analizadas, pero por lo pronto lo que está de bulto, lo
fundamental, es el hecho político. El Presidente vino a decir “es Nicolás
Maduro”, no Diosdado Cabello, y lo dijo teniendo al lado, precisamente, a
Diosdado Cabello. La cara de Cabello, impactante. La cara de susto, de
abrumado, de Maduro, impactante también.
Así será
la desunión, la pugnacidad interna en el chavismo que el Presidente se vio obligado
a venir a decir esto desde el Palacio de Miraflores, porque no valía una
declaración desde La Habana. Además, ¡atención!, muchas consideraciones a lo
que él definió como
“mi amado Ejército, mi amada Fuerza Aérea, mi amada Armada, mi amada
milicia.” Hubo un énfasis muy especial, también, en la unidad
de la Fuerza Armada.
Lo que
viene por delante ahora, para todo el país, es un período difícil. Es un trance
bastante complicado el que nos espera. Y si el Presidente pidió unidad para los
suyos, pues también es pertinente entonces pedir unidad para los que no están
con el Presidente, porque es un momento donde las fuerzas opositoras también
deberían tener un liderazgo claro y acentuar su unidad.
Pero yendo
más allá, si lo que nos viene es difícil, para que no sea tan traumático,
es importantísimo convocar a la unidad de todos los venezolanos. En definitiva,
es lo que somos, ¿no? Estemos del lado que sea, políticamente hablando.
Tomado
de: www.cesarmiguelrondon.com/editoriales - 10 de Diciembre de 2012
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