GERARDO BLYDE // EN CUMPLIMIENTO DEL DEBER
Somos, más bien, nosotros, los vivos, quienes debemos consagrarnos aquí a la tarea inconclusa que los que aquí lucharon hicieron avanzar tanto y tan noblemente. Somos más bien los vivos los que debemos consagrarnos aquí a la gran tarea que aún resta ante nosotros: que de estos muertos a los que honramos tomemos una devoción incrementada a la causa por la que ellos dieron la última medida colmada de celo. Que resolvamos aquí firmemente que estos muertos no habrán dado su vida en vano”.
Esas frases que copiamos en esta columna corresponden al discurso pronunciado por Abraham Lincoln en la Dedicatoria del Cementerio Nacional de los Soldados en la ciudad de Gettysburg el 19 de noviembre de 1863. Sus palabras vinieron a mi memoria cuando con el alma penetrada por el más hondo dolor velamos y sepultamos a José Palma y Wilfredo González, efectivos de PoliBaruta que murieron calcinados durante una persecución que terminó con la colisión entre una unidad de patrullaje inteligente y el carro en el que cinco antisociales escapaban llevando como rehén a un ciudadano que fue secuestrado.
Esta columna no es la página roja de los periódicos ni el reporte escrito por los forenses, así que no voy a explayarme en los detalles de lo que fue el funesto episodio. Pero sí es nuestro deseo hacer entender que la madrugada del miércoles pasado a los baruteños la memoria se nos pintó una vez más de rojo, del rojo de la sangre de dos venezolanos decentes, trabajadores, luchadores, que fallecieron mientras rescataban a un ciudadano que fue secuestrado por salvajes que creyeron que Venezuela es una selva y no la sociedad civilizada y progresista que millones de venezolanos nos empeñamos en que sea. Baruta perdió a dos de sus mejores. Entran en la triste estadística de los caídos en el cumplimiento del deber. Se sacrificaron por su país, por su municipio, por los ciudadanos a quienes juraron servir y proteger. Heroicamente actuaron y como héroes los reconocemos y honramos. Los tres días de duelo municipal no compensan ni de cerca el pesar que sentimos. Baruta entera se pone de pie, se pone la mano en el corazón y baja la mirada en señal de respeto y honor a José Palma y Wilfredo González. Baruta entera está de luto. Baruta entera se solidariza con sus familias y amigos, cuyas lágrimas no encuentran consuelo.
Cada jornada, los 365 días del año, miles de funcionarios policiales salen a las calles. Se despiden de sus familias, esperando poder regresar a sus hogares y no convertirse en protagonistas de sus propios obituarios. En un país que se nos transmutó en escenario de guerra no declarada, pero cruenta guerra al fin, esos funcionarios se convierten en la esperanza de paz y seguridad de miles de ciudadanos cuya vida transita por las sendas del temor. Me pregunto si entendemos lo difícil de su labor, los peligros que enfrentan, los sacrificios que realizan. Me pregunto si estamos conscientes de que nuestros policías son hombres y mujeres de carne y hueso, que sienten y padecen, que como nosotros tienen sueños, preocupaciones, angustias, aspiraciones, necesidades, anhelos, con la diferencia de que ellos y ellas cada día, en el cumplimiento del deber, arriesgan sus vidas para preservar nuestra seguridad y protegernos de los malhechores. Me pregunto si como ciudadanos nos ponemos de su lado, si les agradecemos suficientemente su esfuerzo, si aplaudimos su dedicación. Me pregunto si cuando el sistema judicial libera a tantos capturados cometiendo delitos, bajo cualquier pretexto intolerable, comprende que hacerlo es mofarse de la labor de nuestros cuerpos policiales. Me pregunto si entienden a cabalidad la rabia y la impotencia que sentimos cuando nuestros funcionarios policiales cumplen su labor y sin embargo “el sistema” trabaja para la injusticia.
Me pregunto también si en esos despachos donde se toman decisiones se piensa que cuando bloquean presupuestos para nuestros cuerpos policiales, o no autorizan los recursos para dotaciones, o niegan las peticiones que hacemos para mejores instrumentos, me pregunto si creen que al hacerlo no le están fallando al pueblo y a la Constitución a la que juraron respetar.
En la historia de Baruta hay una página que lleva los nombres de José Palma y Wilfredo González. No se borrarán de nuestra memoria personal y colectiva. Es terrible que un país necesite héroes. Pero es mucho peor que cuando los necesite no los tenga. Baruta tiene sus héroes. Y Baruta cuenta con ellos.
Artículo publicado por el diario El Universal.